El 23 de enero de 1968, hace exactamente medio siglo, Corea del Norte atacó y se apoderó del buque USS Pueblo, un barco espía estadounidense apenas armado que había estado operando en aguas internacionales frente a la costa norcoreana. Enviado para recabar información sobre el ejército de la nación asiática, el barco no impresionaba por su tamaño, pero sí contaba con equipos de encriptación y documentos sensibles de Inteligencia, informa The National Interest.
Al borde de una guerra nuclear
Durante aquel año de 1968, el entonces presidente de Estados Unidos, Lyndon Johnson, se enfrentó a acalorados llamamientos para que el país tomara represalias contra Corea del Norte. Se le presentaron varios planes, incluido uno relacionado con ataques nucleares. En determinado momento Estados Unidos llevó la situación al borde de la guerra nuclear al enviar su portaaviones nuclear Enterprise al mar oriental de Corea mientras amenazaba con usar armas nucleares a menos que Pionyang enviara de vuelta el barco espía. Sin embargo, Johnson optó finalmente por la moderación y apostó por los esfuerzos diplomáticos y las conversaciones con Pionyang.
La duradera y conflictiva relación entre los dos países
El 50.º aniversario de la captura del barco nos recuerda que las relaciones entre Washington y Pionyang ya eran tensas mucho antes de que Donald Trump y Kim Jong-un intercambiaran insultos. Aunque los dos países mantienen posiciones enfrentadas desde hace más de medio siglo, algunos períodos han sido peores que otros.
1968 fue un año particularmente malo. Entonces las dos partes intercambiaron fuertes demandas. Inmediatamente después de la captura del barco, la Marina de EE. UU. insistió a Corea del Norte para que devolviera a la tripulación, además de exigir una indemnización en virtud del derecho internacional.
EE.UU. pidió disculpas
Corea del Norte estableció que el USS Pueblo había estado operando en aguas norcoreanas, y no en las internacionales, y exigió a EE.UU. una disculpa por ello. Finalmente, en diciembre de 1968 Washington pidió disculpas, coronando un año de profunda vergüenza diplomática.
Mientras tanto, la tripulación encarcelada no recibió un buen trato, se la dejaba morir de hambre, mientras era interrogada, golpeada y torturada psicológicamente por sus captores. Una vez que los hombres fueron liberados, Estados Unidos se retractó de las admisiones, disculpas y garantías que hizo a Pionyang.
De barco espía a pieza de museo
Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Corea del Norte había humillado a Estados Unidos y había logrado una victoria propagandística.
Hoy aquel 'botín' de la Guerra Fría se encuentra en el río Potong y forma parte de un museo de guerra en Pionyang.